Vivimos en la cuarta gran revolución: la revolución digital. Nuestra sociedad y el mundo del trabajo están cambiando a una velocidad vertiginosa. Actualmente muchas actividades ya se llevan a cabo de forma totalmente automática por máquinas y en el futuro habrá aún más. Los empleos permanentes en el sentido clásico sigue siendo lo habitual, pero las formas atípicas de empleo están aumentando rápidamente. El (aparente) autoempleo, el trabajo en plataformas, las limitaciones temporales, etc., la lista es larga. No es raro que la explotación y las condiciones de trabajo precarias de los empleados estén asociadas a estas formas. Lo que pretendemos es mostrar que tanto el progreso técnico como el buen trabajo pueden tener éxito y por qué la gente debe estar siempre en el centro.