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El Diálogo Social Europeo: una apuesta en común. Avances y retrocesos en las regulaciones del diálogo social y la legislación sindical

Del 8 al 10 de febrero de 2023, Palma de Mallorca acogió la celebración del seminario internacional “El Diálogo Social Europeo: una apuesta en común. Avances y retrocesos en las regulaciones del diálogo social y la legislación sindical”, organizado por USO, en cooperación con EZA, financiado por la Unión Europea. En el seminario se abordaron las distintas realidades que se dan en Europa sobre negociación colectiva y trabajo sindical y de representación de las personas trabajadoras. Representantes de organizaciones de trabajadores de 11 paises europeos participaron al seminario.

La inauguración ha corrido a cargo de Iago Negueruela, consejero de Modelo Económico, Turismo y Trabajo, y portavoz del Gobierno de Baleares, destacando la importancia fundamental del diálogo social a la hora de poder conformar las decisiones a nivel sindical, empresarial y de los Gobiernos. Negueruela ha resaltado la relevancia del diálogo social “como pilar de las comunidades autónomas siendo el instrumento que hace que la voz de trabajadores y empresarios deban ser tenidos en cuenta para marcar la agenda gubernamental”.

Piergiorgio Sciacqua, copresidente de EZA, ha agradecido la organización de este seminario por parte de USO y ha recalcado el impacto del covid en el mundo del trabajo, que ha marcado una revolución que impone nuevos modelos de organización del trabajo.

Joaquín Pérez, secretario general de USO, ha recalcado el apoyo de EZA en la puesta en marcha de seminarios de este tipo para debatir sobre asuntos que les incumben a las personas trabajadoras y, sobre todo “para proponer soluciones, poniendo en el centro a las personas y los esfuerzos en construir una Europa fuerte. En este seminario, tenemos por delante el reto de construir un diálogo social de futuro”.

Durante el seminario, se han escuchado diferentes voces y sistemas de once países, con puntos en común, pero también particularidades. Entre los puntos en común, podemos destacar una generalizada bajada en la afiliación en las últimas décadas, una pérdida de credibilidad en la labor de los sindicatos, poca conexión con los jóvenes o el intento, por parte de los diferentes gobiernos, de menoscabar la participación de los sindicatos en la negociación colectiva para legislar sin trabas.

No obstante, en cuanto a la pérdida de afiliación y poca afiliación joven, hemos conocido el caso de la República Checa, con un trabajo directo en los centros de formación, antes de llegar al mercado laboral, que se ha traducido en un crecimiento sostenido de la afiliación desde que en 2016 tocó fondo, y, además, con un crecimiento de la afiliación joven.

Con respecto al pensamiento generalizado de que los sindicatos no suponen un valor para la sociedad, varios ponentes han planteado la cuestión: ¿nos perjudica que nuestras negociaciones y acuerdos sean de aplicación universal en lugar de para los afiliados? ¿No estamos extendiendo la idea de que no es necesario afiliarse a un sindicato para beneficiarse de las mejoras laborales que estos consiguen? Es más, ¿son conscientes los trabajadores, de esta forma, de que son los sindicatos los que consiguen esos beneficios? En Italia, incluso, los no afiliados pueden votar a los representantes del sindicato. O la falta de regulación del diálogo social permite que cualquier asociación pueda negociar y firmar convenios, a veces completamente antisindicales, por sindicatos que elige la empresa.

Este, quizá, es un punto de partida para otro debate, en otro seminario: cómo hacer más visible la labor que los sindicatos efectuamos para todos y demostrar nuestra utilidad para conseguir hacer crecer las ratios de afiliación.

Ratios que, en general, son bajos en todos los países, con la excepción de Holanda, el 80 %, y Suecia, con un 72 %. No obstante, también en Suecia han notado una pérdida progresiva de afiliación en las últimas décadas, desde el anterior 92 %.

Hemos hablado de sistemas paraguas, como el portugués. Un Consejo Económico Social bajo el que cabe todo, desde la legislación laboral hasta la más social, y donde están presentes no solo sindicatos, sino también ONG. No obstante, se habla de una negociación poco sincera, con propuestas que ya llegan a la mesa pactadas entre algunos miembros, dejando fuera a otros. Ha sido Portugal precisamente el país que más ha hablado sobre la pérdida de derechos en los últimos años: no solo pérdida salarial con el último acuerdo, sino también en cuanto a que la patronal tiene ahora el derecho a denunciar el convenio al acabar su vigencia y dejar a sus trabajadores con la legislación básica. Un hecho que ya ocurrió en España con la anterior reforma laboral y que en Portugal, de facto, no se está aplicando, pero está legislado y puede aplicarse en cualquier momento.

Poco regulados están el sistema sueco, donde no existe una obligación de contar con los sindicatos, aunque a veces puedan reunirse gobierno y sindicatos, y en Alemania, donde ni siquiera existe una definición legal de qué es un sindicato. También ocurre así en Holanda, donde en las empresas sí están reguladas las elecciones, pero el diálogo social como tal está muy poco regulado. No obstante, hay en él 11 puestos, por lo que es bastante plural.

En el caso de España, el análisis se ha centrado en las limitaciones a la libertad sindical que establecen la Ley Orgánica de Libertad Sindical y el Estatuto de los Trabajadores. Y que afectan tanto a la participación institucional como a la celebración libre de elecciones sindicales. Por un lado, esta representación directa en la empresa está dividida en dos vías para celebrar elecciones: la primera, vía libre para que los sindicatos más representativos puedan convocar elecciones allá donde quieran, sin importar si tienen o no representatividad allí; y unas elecciones sindicales de segunda, donde los sindicatos sin delegados previamente, aunque tengan afiliados, tienen que convocar una asamblea de trabajadores para que estos soliciten el derecho a celebrar elecciones sindicales.

Este obstáculo al resto de sindicatos para ganar delegados sindicales provoca que el 10 % de representatividad que se pide para participar en el diálogo social sea aún más difícil de conseguir. Por otra parte, en la Administración Pública, en el nivel de centro de trabajo, hay que conseguir doblemente el 10 % si se divide en dos tipos de trabajadores: funcionarios y laborales. Además de que la negociación a nivel local o autonómico, de los elegidos directamente por los trabajadores, queda condicionada a una gran Mesa a nivel nacional que puede invalidar esos acuerdos.

Que solo haya dos voces, siempre las mismas, en el diálogo social, no promueve la competencia entre sindicatos y hay, por lo tanto, menos reivindicación y más conformismo en la negociación colectiva. Por eso, se hace urgente una actualización de la legislación sindical española para hacerla más plural.

Muy diferente es el sistema consultivo belga. En ese caso, considerado, con sus posibles imperfecciones, como un oasis de participación, a los sindicatos presentes en la negociación de la legislación nacional se suman múltiples órganos consultivos, de nivel nacional o regional, sobre asuntos meramente laborales o también sociales, en los cuales existe una amplia participación de organizaciones de la sociedad civil belga.

En Francia, la representación de los trabajadores está muy departamentada y organizada en diferentes niveles. Desde el pico de la pirámide, parten las federaciones y sectores, por un lado; la representación territorial por el otro. Y todo termina en el nivel más cercano al trabajador: la empresa. Hay, además, varios niveles de negociación con las diferentes administraciones o con la patronal, según sea legislación o acuerdos colectivos. Pero siempre son consultas o concertación social, las leyes sociales nunca se negocian. Además, actualmente Francia está asistiendo a un desmoronamiento del derecho social, tanto a nivel de leyes como de acuerdos colectivos. Una figura de la legislación francesa que llamó la atención del resto de países es el delegado de cercanía.

Por último, y por destacar otra particularidad de esta visión por países, nos centramos en el ejercicio del derecho a huelga en Alemania, sostenido en parte por los fondos del sindicato. Esta sí es una diferencia entre estar o no afiliado, pues solo los afiliados tendrán ese sostén económico durante la huelga por parte del sindicato. Una forma de garantizar que, si hay que luchar por los derechos laborales, el perjuicio económico por ejercer el derecho a la huelga no será un obstáculo.

Como cierre de la sesión, hemos abordado el diálogo social el ámbito supranacional. Así, la defensa de la libertad sindical puede pasar por la OIT o por diferentes instancias comunitarias, como el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos o el Consejo y el Parlamento Europeo. Tras la pandemia, cuando el diálogo social ha vuelto a estar de actualidad, se ha iniciado de nuevo un debate sobre si hay que regular el diálogo social. Quizás ha llegado por fin, tras años de sombra, el momento de los sindicatos y de un diálogo social abierto, plural, con más sindicatos y con la sociedad civil llevando la voz a los máximos estamentos que deben defender… y escuchar al conjunto de la ciudadanía.