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La democracia en tiempos de crisis - el papel de las organizaciones de los trabajadores

Estamos viviendo en una época de crecientes desigualdades sociales y de escasa participación sindical. Para debatir sobre este tema e intercambiar puntos de vista con expertos sobre las múltiples facetas del tema "La democracia en tiempos de crisis - el papel de las organizaciones de los trabajadores", representantes de sindicatos y organizaciones de trabajadores se reunieron en el simposio internacional organizado por Arbeiter-, Freizeit- und Bildungsverein (AFB - centro para los trabajadores, el ocio y la formación) en Brixen (Italia) en los días 18 y 19 de mayo de 2023.

Más de 70 participantes de Tirol del Sur/Italia, Alemania, Austria y Hungría asistieron a la conferencia, organizada en cooperación con EZA y finanziada por la Unión Europea.

Para el debate fue fundamental definir claramente lo que se entiende por democracia, es decir, un sistema social basado en un binomio inseparable de libertad y justicia social. En un mundo en constante crisis, una definición de este tipo es útil en dos frentes: por un lado, permite formular de manera concisa el papel del sindicato como representante de intereses y defensor del diálogo social y, por otro, se opone a los modelos autocráticos de sociedad para los que el término "democracia" no es más que una cáscara vacía que se utiliza para la retórica populista. Junto con las empresas y la política, el sindicato debe promover un cambio de paradigma que pase de la carrera hacia el beneficio y el consumismo a la ecologización de la economía y la protección del medio ambiente, preservando al mismo tiempo los sistemas de seguridad social. ¿Cuáles son las condiciones para ello? Reconocer el papel de los sindicatos como representación colectiva de los intereses sociales y utilizar los mecanismos de participación democrática desarrollados para un partenariado social que funcione.

En este proceso de transformación radical, hay que superar las formas de pensar obsoletas y desarrollar innovaciones estructurales. Nuestra sociedad se caracteriza por una brecha social cada vez mayor, una pobreza y una exclusión social generalizadas, mientras que los recursos naturales se ven amenazados por la cultura del beneficio y el consumo. El mundo económico está dispuesto a dialogar, pero en lugar de emprender enérgicamente reformas respetuosas con el medio ambiente, se adhiere a nivel sistémico al credo neoliberal de la maximización del beneficio. El mundo político parece no estar muy decidido a cambiar esta situación. Muchos están decepcionados, enfadados y empiezan a dudar de que el sistema de partidos y el propio modelo social democrático puedan garantizar perspectivas de prosperidad y seguridad social.

Los movimientos populistas promueven modelos autocráticos de sociedad en los que el referente directo del pueblo es un líder fuerte capaz de garantizar el bienestar de la nación. Los eslóganes patrióticos y las imágenes construidas de hipotéticos "enemigos" dan lugar a un sentimiento de pertenencia basado en la distinción entre los insiders, que merecen protección, y los outsiders, a los que se puede pasar por alto. Estos modelos se basan en una combinación de factores: la necesidad de pertenencia, el mecanismo psicológico que lleva a buscar un chivo expiatorio para las insatisfacciones en campo económico y social y, por último, las promesas biensonantes. La mezcla funciona: los modelos autocráticos ejercen cierta fascinación sobre las personas y hacen ganar a los populistas de todas partes una avalancha de votos en las elecciones democráticas.

El siguiente análisis se aplica a toda Europa: sin trabajo digno, salarios justos y sistemas de seguridad social eficaces contra el desempleo, la pobreza, la enfermedad y la vejez, y sin una perspectiva de justicia económica y social y de codeterminación real, es difícil calificar de democrática la forma de gobierno actual. Muchos estudios demuestran que la desigualdad social y las escasas oportunidades de poder opinar son una de las principales causas del alejamiento de los sectores socialmente más débiles de la población de la política y del sistema democrático. En este sentido, el final de la concertación social está demostrando ser un verdadero talón de Aquiles de nuestra democracia. Por consiguiente, en lugar de los sindicatos, ahora son los populistas quienes intentan erigirse en representantes democráticamente legitimados de los intereses colectivos. Esto es lo que obtuvieron los empleadores y, para los inversores, se trata de una ventaja porque los populistas han adoptado en gran medida conceptos sociales neoliberales.

También hay que señalar que las rentas bajas y los segmentos socialmente débiles de la población están infrarrepresentados en los parlamentos. Los segmentos de población con estudios y altos ingresos constituyen la mayoría de los representantes del pueblo. Los estudios demuestran que las decisiones políticas tienen en cuenta principalmente los intereses de estos grupos de población, mientras que se desatienden las demandas de igualdad y justicia. La insuficiente participación y la reiterada desatención a los intereses legítimos se expresan en un desencanto general y en una cierta "fatiga democrática". Las consecuencias son una menor participación electoral y la búsqueda de apoyos políticos más fiables y creíbles.

La escasa participación de los interlocutores sociales y los efectos de la desregulación del mercado laboral han hecho que a menudo los sindicatos tengan el papel de proveedores de servicios sociales para la mano de obra de base y los pensionistas, que constituyen una gran parte de la afiliación sindical. Las empresas, por su parte, han conseguido innovar de forma sustancial el proceso de producción y el mercado laboral gracias al progreso tecnológico y a los sistemas digitales de interacción y control de los procesos de trabajo. De hecho, los sindicatos van a la zaga de los avances y no están presentes, excepto esporádicamente, en la mesa de toma de decisiones donde se debate la transformación ecológica. Otros inconvenientes son los rituales de consulta muy largos en el seno de los sindicatos, la concentración de afiliados en los sectores industriales tradicionales de la economía y, a la hora de representar los intereses de los trabajadores, la concentración en la defensa de los elevados niveles de protección de algunas categorías específicas. Los sindicatos tienen dificultades para organizar a los trabajadores precarios, acceder a las plataformas digitales de contratación y alcanzar a los trabajadores autónomos.

Para representar eficazmente los intereses de los trabajadores y de los socialmente más débiles en el proceso de transformación ecológica, los sindicatos deben mejorar sus competencias. Por ello, necesitan cooperar con grupos de reflexión específicos, asociaciones ecologistas y otras organizaciones de la sociedad civil. El apoyo en esta tarea también procede de la Iglesia, especialmente desde que el Papa Francisco pronunciara en su encíclica Evangelii Gaudium un "No a una economía de la exclusión y la inequidad", dejando claro que debatir sobre la justicia es una tarea central de la Iglesia.

Se han identificado los siguientes objetivos:

  • Definir claramente la democracia como un orden social en el que la justicia y la participación de los sindicatos (y de los socialmente más débiles) son un componente indispensable.
  • Revitalizar las formas exitosas de participación sindical formalizada desarrolladas en el marco de la asociación y el diálogo social.
  • Ampliar la educación política y cívica como requisito previo para la participación activa en la sociedad.
  • Participación sistemática de los sindicatos y las organizaciones representativas de los intereses sociales en el proceso de transición ecosostenible de la economía y de ecologización del consumo para garantizar que el futuro modelo de sociedad sea socialmente sostenible.
  • Voluntad de emprender una dura y larga lucha por una sociedad futura basada en la compatibilidad ecológica y la sostenibilidad social.
  • Mayor inclusión de las poblaciones socialmente más débiles y de los inmigrantes en partidos, sindicatos y parlamentos (por ejemplo, derecho de voto activo y pasivo).
  • Reforzar el perfil de los sindicatos como representantes políticos democráticamente legitimados de los grupos socialmente más débiles.
  • Desarrollar una visión basada en el valor del "buen trabajo" y de una sociedad inclusiva que pueda ser una base de largo alcance para los partidos políticos y orientar a todos en la confusión alimentada por el neoliberalismo y el populismo.
  • Utilizar los conocimientos de la ciencia en el ámbito del Estado del bienestar y las políticas medioambientales y establecer alianzas con asociaciones y organizaciones que representen las demandas sociales, medioambientales y educativas.