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Oportunidades y riesgos que plantea el mundo laboral digital a las mujeres

Con ocasión del congreso internacional de la plataforma IPEO (international platform for equal opportunities), organizado por AFB en colaboración con EZA y con el apoyo de la Unión europea,, en los días 14 y 15 de septiembre de 2018, unos 55 participantes procedentes de Alto Adigio (Italia), Alemania, Austria, Eslovaquia, Serbia y Bélgica afrontaron los temas concernientes a “Oportunidades y riesgos que plantea el mundo laboral digital a las mujeres”. El congreso formó parte de la coordinación de proyectos de EZA sobre el tema “Trabajar y vivir en un mundo laboral digital”.

Las diferentes contribuciones destacaron que Internet, el Big Data y los procedimientos productivos con una tecnología muy alta modificaron nuestra vida cotidiana, las producciones y el trabajo en general. Los detectores industriales modernos, las impresoras 3D y los robots son soluciones muy difundidas. Sin embargo, en los próximos 10 – 15 años se prevén grandes desarrollos de la digitalización y de la inteligencia artificial, por consiguiente una mayor penetración en todos los sectores económicos y en los ámbitos de la vida. Ahora bien, la digitalización conlleva mucha competencia entre regiones, países y continentes, dominada a nivel mundial por los países asiáticos y, a nivel europeo, por los países escandinavos, los Países Bajos y Suiza. La dimensión global de esta competencia con respecto a las ventajas competitivas ofrecidas por los países supera el marco reglamentario y de los valores políticos y culturales dentro del cual los europeos generan un debate sobre los mecanismos de control más adecuados.

La digitalización se coloca en el centro de la atención de la opinión pública que la percibe como una salvación económica. Pero, en realidad, las ventajas económicas de la flexibilización del mercado del trabajo se oponen a riesgos relacionados con una serie de aspectos importantes. La sustitución del puesto de trabajo en una empresa por un ordenador portátil a menudo está relacionada con una presión muy fuerte y con la extensión del horario de trabajo real. Las garantías relacionadas con el empleo tradicional, como por ejemplo el respeto de estándares ergonómicos y de las normas de seguridad, se han convertido en una cuestión privada de los trabajadores que se consideran autónomos. La constante conexión de los trabajadores puede provocar la desaparición de los límites entre el trabajo y la vida privada. En general las plataformas ofrecen sólo contratos de trabajo precarios, con una protección social muy limitada. Al mismo tiempo, la falta de contactos personales en el trabajo y de un referente sindical conlleva una sensación de aislamiento. Las grandes posibilidades de control digital de la actividad profesional provocan incertidumbre, como también los temas relacionados con los datos personales.

Considerando el retraso constatado en la afirmación de la igualdad de oportunidades en los mercados de trabajo tradicionales, el congreso fue una ocasión para destacar unánimemente la necesidad de considerar desde el principio los aspectos relacionados con la igualdad entres hombres y mujeres en los reglamentos del trabajo digital y la necesidad de afrontar estos temas en todos los organismos competentes. En este contexto es fundamental favorecer el acceso a la formación técnica y a las profesiones técnicas. En la vida cotidiana hay que eliminar los estereotipos de discriminación sexual en el lugar de trabajo, ya que perjudican la carrera de las mujeres o muchas se retiran del mundo del trabajo digital. En general, según los participantes en el congreso, se requieren medidas socio-políticas, que favorezcan a las familias y que faciliten el desarrollo de las aptitudes digitales en las familias mismas. Como la economía de las plataformas y los contratos de trabajo atípicos lo demuestran, la focalización neoliberal hacia la optimización de los costes amenaza los estándares actuales con respecto a los salarios, a la protección contra los despidos, a la retribución de las horas extra y a las pensiones. Las carencias de este tipo tienen un impacto muy importante sobre las mujeres porque limitan sus perspectivas de empleo.

Los así llamados millennials (generación del milenio, generación Y, …) han familiarizado rápidamente con los nuevos auxilios tecnológicos. Para los niños que nacieron en la era digital, el uso cotidiano de los soportes digitales ya se da por descontado. No obstante, las mujeres están menos representadas que los hombres en la formación y en las profesiones basadas en las competencias STEM (ciencias, técnica, ingeniería, matemática). Los estereotipos sociales concernientes a la división de los roles influyen a la hora de elegir la formación y la carrera profesional. Con respeto a la selección del personal, la apreciación del personal femenino y las oportunidades de carrera y de formación profesional, las condiciones generales en el mundo del trabajo se refieren a menudo a esquemas y a modelos horarios que no consideran suficientemente las exigencias de flexibilidad de las familias. A este propósito, el mundo del trabajo digital de mañana tiene que establecer un nuevo objetivo. La orientación profesional tiene un papel fundamental y puede empujar a las mujeres jóvenes a elegir su formación o su profesión en función de sus capacidades, sin que los estereotipos del rol puedan influir mucho en su decisión. Las mujeres que tienen éxito en las profesiones técnicas y que desempeñan una función directiva pueden ser un ejemplo, como también los hombres que piden licencia parental y que comparten las responsabilidades familiares con su pareja.

Una serie de competencias más frecuentes entre las mujeres, muy deseadas en en mundo del trabajo digital, nos permiten ser optimistas: la cooperación, la capacidad de realizar diferentes tareas al mismo tiempo y la capacidad de resolver problemas. La sinergia entre la escuela y el mundo del trabajo, la disponibilidad al aprendizaje durante toda la vida, además de las nuevas ofertas formativas, finalizadas para los diferentes grupos objetivo, garantizan la formación adecuada para las futuras exigencias profesionales, manteniendo y apoyando la empleabilidad. Por ello, los programas de desarrollo de las capacidades digitales durante los periodos de licencia parental tendrían que ser una regla para la formación continua en las empresas y podrían formar parte de los acuerdos de las empresas y de los contratos accesorios celebrados con los entes locales. Al mismo tiempo, en el marco de la formación continua de los trabajadores ancianos hay que fomentar el desarrollo de las competencias TIC (tecnologías de la información y de la comunicación) y las formaciones especializadas sobre todo en los sectores más arriesgados con respecto a la pérdida del puesto de trabajo debido a la digitalización o a la reducción de su empleabilidad tras un proceso de reestructuración empresarial.

En la UE, contrariamente a los Estados Unidos, la sensibilidad hacia los aspectos sociales de los procesos de digitalización es más fuerte y el diálogo social tiene un papel importante en la arquitectura política de los países. Sin embargo, hasta ahora no se ha establecido ningún acuerdo entre los interlocutores sociales europeos para reglamentar la economía digital y los aspectos relacionados con la políticas de salarios y de los derechos sociales. El documento marco lanzado por el presidente de la Comisión Europea Jean Claude Juncker, cuyo título tan prometedor es “El pilar europeo de los derechos sociales”, está todavía esperando medidas concretas para ser aplicado y necesita la responsabilidad de todos los sujetos involucrados, para que los preparativos de una directiva europea se puedan poner en marcha en el marco del diálogo social. El mundo del trabajo digital del futuro requiere un marco jurídico unitario a nivel europeo para una base compartida para la gestión de estos procesos, que respete los valores europeos y que permita celebrar convenios colectivos entre los interlocutores sociales. La desregulación del mercado del trabajo y la flexibilización de los convenios colectivos debilitaron los sindicatos, cuya influencia a nivel europeo no es suficiente para que los empresarios lleven a cabo negociaciones rápidas relacionadas con la economía digital. Por ello hay que apostar por una amplia solidarización de las fuerzas sociales, para lograr una carta social útil para el futuro del mundo del trabajo.

El desafío es enorme porque en un contexto en el que las relaciones de poder se desplazan hacia políticas neoliberales, el modelo social europeo se tendrá que volver a afirmar. El consenso entre las partes sociales no depende sólo la convergencia interna de los países miembros sino también de las constelaciones mundiales de los mercados y de otros factores. Se requieren nuevas reglas, para que los empresarios tomen sus responsabilidades empresariales y sociales, para la distinción entre el trabajo por cuenta propia y ajena, para las ofertas de empleo mediante plataformas digitales, para el uso de herramientas digitales para el registro y el control del tiempo de trabajo, para la seguridad y la protección de los datos. Hay que proporcionar puntos de referencia para las diferentes legislaciones nacionales y los interlocutores sociales, un marco capaz de otorgar seguridad jurídica ofreciendo al mismo tiempo espacios para acuerdos a nivel territorial, empresarial e individual.

Para los sindicatos la digitalización es tanto un desafío como una gran oportunidad. El concepto según el cual tener un buen trabajo implica tener una vida buena puede ser una buena base para intentar relacionar la justicia social con la sostenibilidad medioambiental. Los valores éticos fundamentales, según los cuales el ser humano y su dignidad se consideran prioritarios en función de sujeto social y de fuerza de trabajo, se encuentran en el centro de la nueva visión para la sociedad del futuro. Este concepto de la sociedad típicamente europeo/occidental, muy marcado por raíces cristianas, el pensamiento humanista y los nuevos modelos de pensamiento de la Ilustración, tiene que ser defendido por los sindicatos y por las asociaciones sociales y empresariales. La exigencia de ofrecer una nueva visión social al mundo del trabajo digital ofrece nuevos estímulos al papel de los sindicatos en la representación de los intereses sociales. Si se consideran los intereses de las mujeres se podrán dar grandes pasos adelante para el componente femenino de los empleados.