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Las condiciones laborales de los trabajadores migrantes en el punto de mira

Entre el 11 y el 14 de marzo de 2019, los representantes de proyectos e iniciativas de iglesias y sindicatos discutieron sobre la indigna situación habitual en los trabajadores migrantes en el marco de un congreso internacional en la Nell-Breuning-Haus (Herzogenrath), e intentaron buscar soluciones. Maria Reina Martin, Vicepresidenta del Centro Europeo para los Asuntos de los Trabajadores (EZA) subrayó que no hay que olvidar que se trata de personas y no de números. “Todas las personas tienen los mismos derechos, ya que también tienen la misma dignidad”, añadió el Dr. Hildegard Hagemann de Justitia et Pax. En cualquier caso, esta situación se ve perjudicada por las condiciones laborales de explotación y en parte parecidas a la esclavitud sobre trabajadores migrantes.

La mayor parte de los trabajadores migrantes abandonan sus países de origen por motivos de pobreza, ya que los ingresos sobre todo en los países de Europa del Este no son suficientes para asegurar la existencia para ellos mismos y para sus familias. Las consecuencias son graves, para ellos personalmente y para las familias en su lugar de origen, donde los niños crecen a menudo sin uno o en casos extremos incluso sin sus dos progenitores, y también para el desarrollo empresarial en sus países de origen donde se pierden sus conocimientos y a trabajadores experimentados, como por ejemplo en Bulgaria, de donde han emigrado al extranjero en los últimos años dos millones de personas de una población total de nueve millones.

En Alemania, la mayor parte de los trabajadores migrantes trabajan en la economía sumergida, con contratos laborales precarios o con un falso autoempleo. Trabajan en la industria cárnica, en grandes mataderos, en la industria hotelera, sobre todo en hoteles de lujo, en la construcción, en hogares privados para el cuidado y la asistencia de personas mayores y enfermos o como trabajadores temporales en la agricultura. Apenas tienen derechos y raramente los pueden exigir, trabajan a destajo con horas que raramente se compensan, por lo que su salario por hora se sitúa de media de cuatro a cinco euros pese a los salarios mínimos existentes en muchos sectores. Se ven obligados a pagar y vivir en viviendas malas y caras y a menudo no tienen ningún derecho a recibir una asistencia adecuada en caso de enfermedad. “Imperan las prácticas mafiosas en el trato con estos trabajadores migrantes de Europa del Este, y se ganan millones de euros con la intermediación y la explotación de estos trabajadores. Lo peor es que estas personas se consideran personas de segunda clase en nuestra sociedad occidental de cultura cristiana”, resume el diácono Johannes Eschweiler, que entre otros acompaña a los llamados “Live ins”, trabajares extranjeros asistenciales empleados en el sector doméstico.

El objetivo de los participantes en el congreso, fue dar visibilidad a este tema sobre todo de cara a las elecciones europeas de mayo de 2019, y reivindicar un trato digno de los afectados. Se trata de garantizar el asesoramiento y el acompañamiento, para poder exigir condiciones legales marco que deben ser mejoradas, cumplidas y controladas correspondientemente. En este sentido, se llamó a los políticos y también a las iglesias, que deben estar presentes en los centros de encuentro en el sentido de su propia responsabilidad, a reunir a las personas en situación de necesidad y a facilitar ayudas para la autoayuda. En el obispado de Aquisgrán existe por ejemplo la red de autoayuda “Respeto” para los “Live ins”, así como el diácono y el movimiento de trabajadores católicos (KAB) como puntos de contacto.