Además del trágico impacto sanitario de Covid-19, la pandemia ha ido acompañada de una crisis económica y social igualmente dramática, cuyo precio más alto en términos de empleo lo están pagando los jóvenes, junto con otros grupos especialmente vulnerables.
La Unión Europea ha señalado recientemente que, en los tres primeros trimestres de 2020, la tasa de empleo juvenil descendió un 0,8% en el grupo de 15 a 19 años, un 4,1% en el de 20 a 24 años y un 3,2% en el de 25 a 29 años. Además, la actual crisis económica habría provocado un aumento mucho más rápido del desempleo de larga duración entre los jóvenes que entre los trabajadores que llevan más tiempo en el mercado laboral.
De hecho, los datos disponibles muestran que la tasa de desempleo entre los jóvenes es significativamente mayor que la del segmento más adulto de la población activa en el mercado laboral.
Sin embargo, incluso antes del estallido de la pandemia, el llamado "problema de la juventud", que ahora ha vuelto al centro del debate europeo, se basaba en vulnerabilidades que no sólo son atribuibles al desempleo, sino que también incluyen el fenómeno de la inactividad descrito por el acrónimo NEET (Not in education, employment or training). Según los datos disponibles recientemente, la proporción de jóvenes NEET de entre 15 y 24 años en Europa alcanzó un máximo del 11,6% en el segundo trimestre de 2020, aumentando un 1,8% en comparación con el mismo periodo de 2019.
