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Repercusiones de la pandemia del coronavirus en el empleo y la vida social de las personas jóvenes

Del 25 al 27 de octubre de 2022 se celebró en Chinchón/Madrid un seminario sobre las “Repercusiones de la pandemia del coronavirus en el empleo y la vida social de las personas jóvenes”, organizado por USO – CCFAS (Unión Sindical Obrera – Centro Confederal de Formación y Acción Social), con el apoyo de EZA y finanziado por la Unión Europea.

Han participado un total de 35 representantes de organizaciones de trabajadores de Albania, Alemania, Bulgaria, Espana, Italia, Lituania, Portugal, Serbia y Ucrania.

El programa se dividió en 5 módulos:

  • La juventud durante la pandemia: efectos en su vida sociolaboral y desarrollo personal. Cambios en la formación y en las relaciones profesionales.
  • La juventud, el empleo y la emancipación: datos sociolaborales sobre los efectos de la crisis del covid.
  • Salud mental y juventud.
  • Jóvenes de vuelta al mundo rural, un caso de éxito de emprendimiento.
  • Cómo ha cambiado la actitud de los jóvenes ante el trabajo: ¿qué buscan?

Conclusiones

La juventud ha sido un sector de la población especialmente golpeado por la pandemia del covid y sus efectos. Sus trabajos, los más precarios, han sido los primeros en desaparecer. Pero no solo el puesto de trabajo en sí. Ha crecido el número de jóvenes que, aun teniendo trabajo, son pobres; es decir, ha crecido el número de jóvenes trabajadores en riesgo de exclusión. La pandemia ha afectado además a su socialización, a su vida colectiva y también a su salud mental.

En general, no solo con respecto a la juventud, la pandemia, así como ahora la guerra, ha sido la excusa para recortar derechos laborales. Ha ocurrido así en toda Europa, con diferentes ejemplos, como que se normalice de nuevo el tener que trabajar en domingo en comercio y distribución. Esta pérdida de derechos ha afectado a toda la población, pero golpea en primer lugar a los jóvenes, ya que sus empleos son más precarios y caen antes.

Porque la crisis del covid-19 ha venido además tras una crisis constante desde 2008. Esto ha provocado que muchos trabajadores, y especialmente trabajadores jóvenes, ya se encontraran en situación vulnerable para no poder amortiguar una nueva crisis.

Los jóvenes han sufrido efectos negativos en su salud, en su empleo y en su proyecto de vida, como atrasar aún más la edad de emancipación. Y en salud, sobre todo la mental, han crecido notablemente la incidencia de trastornos como la ansiedad, la depresión y los casos extremos, los deseos suicidas y el propio suicidio.

Pero también la pandemia ha provocado cambios en los jóvenes:

  • Son más familiares: valoran más el tiempo con sus seres queridos.
  • Ponen sus prioridades de vida por encima de encontrar cualquier tipo de trabajo: no aceptan todo tipo de condiciones.
  • Han ampliado su abanico en la búsqueda de empleo: hay nuevos trabajos y nuevas formas de trabajo, como en remoto.
  • Se está estrechando la brecha de género en los empleos tecnológicos por la digitalización exprés que ha supuesto la pandemia en el trabajo y en la formación.
  • La población, y la población joven en particular, acepta mejor los problemas de salud mental y reconoce los suyos propios. La pandemia ha desestigmatizado poco a poco la salud mental.

Así, la actitud de los jóvenes también ha cambiado con respecto al trabajo y a su participación en la sociedad:

  • Esperan de un empleo mucho más que un salario digno y un buen horario. También buscan conciliar, beneficios sociales y hacer equipo.
  • Los jóvenes, al contrario de cómo los pintan algunos artículos, son solidarios y asociativos. Sin embargo, no encuentran su espacio de decisión en esas asociaciones y, en concreto, en los sindicatos. Algo que los aleja de ellos. Algo que los aleja de nosotros.

Además, las medidas que se desarrollan en algunos países pueden ayudarnos a pensar en implementarlas en nuestros países. Por ejemplo, facilitar la llegada de jóvenes nómadas digitales, que ayudan a paliar la despoblación de algunas zonas y se sienten cómodos en otros espacios vitales, más naturales.

Por último, los sindicatos debemos buscar a los jóvenes y no que los jóvenes nos encuentren si no saben que existimos o para qué servimos. Los sindicatos debemos confiar en nuestros jóvenes sindicalistas, darles voz y dejarles libertad para llegar a otros jóvenes.

El sindicalismo es más necesario que nunca, es más necesario que nunca muy especialmente para los jóvenes. Si los jóvenes han cambiado lo que esperan de una empresa y reclamamos que las empresas se adapten a ellos, también nosotros debemos adaptaron a estos jóvenes postpandemia y rejuvenecer los sindicatos preguntándoles qué esperan de nosotros.