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El declive del movimiento sindical: los sindicatos solo tendrán éxito si encaran el futuro

Desde hace muchos años, el movimiento sindical en Europa y en el mundo entero ha estado bajo presión. Los sindicatos han perdido una gran parte de sus miembros a lo largo de los años y cada vez es menos «habitual» convertirse en miembro, como era el caso hace unos veinte, treinta años o más. En consecuencia, esto significa que los sindicatos han tenido que encontrar rumbos. Y lo han hecho, pero no siempre con éxito. Entonces, ¿cuáles son las perspectivas?¿Debe considerarse el movimiento sindical como una reliquia del pasado o hay todavía razones suficientes para esperar un futuro mejor? Este ha sido exactamente el tema que se ha debatido durante un seminario de dos días en la ciudad de Oporto. La Organización Mundial de Trabajadores (WOW) en cooperación con el Centro Europeo para los Asuntos de los Trabajadores (EZA) y con el apoyo de la Unión Europea organizó el seminario titulado «El declive del movimiento sindical: los sindicatos solo tendrán éxito si encaran el futuro». El seminario se celebró del 8 al 10 de octubre de 2019 en Oporto.

Los sindicatos siempre han luchado activamente por mejorar las condiciones laborales de sus miembros y de la fuerza de trabajo en su conjunto. Se ha logrado mucho a través del diálogo social. Pero el mundo ha cambiado mucho también desde los tiempos del movimiento sindical y esto tiene muchas implicaciones, como señaló John Hurley, investigador del instituto Eurofound. En su presentación titulada «Cómo está cambiando el mundo del trabajo: Implicaciones para los sindicatos», habló de las principales tendencias del mercado laboral, así como del papel de los sindicatos. Es evidente que hay una serie de tendencias que tienen efectos en la afiliación de los sindicatos. Una de ellas es el aumento del empleo atípico. Los sindicatos tienen dificultades para conectarse con este grupo de personas. También se aprecia que hay una pauta a lo largo del tiempo que es principalmente una de disminución de la calidad del empleo. Esto sigue en gran medida el patrón en los EE.UU.

Existen numerosos factores que impulsan el cambio de empleo y todos influyen en el movimiento sindical. Estos son el perfeccionamiento profesional, la edad promedio cada vez más elevada de los trabajadores, más equilibrio de género y una mayor orientación al servicio. Además, el mercado laboral está más fragmentado y segmentado, y es más desigual, más individualizado y menos colectivo. Todo esto complica las funciones representativas colectivas de los sindicatos. Aún así, los sindicatos son clave en la negociación de la remuneración de los trabajadores, la jornada laboral, la seguridad contractual y la mitigación de los efectos de la reestructuración a gran escala. Y hay posibilidades de seguir explorando la influencia de los sindicatos.

En «Notas desde la periferia sobre el (des)sindicalismo», João Pedro Ferreira Loureiro, investigador del Instituto Portugués de Relaciones Internacionales, profundizó en la futura relevancia de los sindicatos. Si observamos los últimos 20 años, vemos una disminución constante de la influencia sindical, lo que significa que una parte menor de la población es miembro de un sindicato. Se trata de un fenómeno de alcance europeo. Además, existe una mayor presión sobre el trabajo como resultado de la globalización, la financiarización y las políticas gubernamentales.

Hoy en día, cuando observamos el crecimiento, vemos que, en primer lugar, el crecimiento del PIB está ahora ampliamente asociado con el aumento de las desigualdades. En segundo lugar, el crecimiento del PIB ya no está correlacionado con mejoras del bienestar. En tercer lugar, la grave degradación del medio ambiente ha obligado a reconocer que las actuales pautas de crecimiento económico están debilitando nuestra capacidad de mantener los niveles de vida actuales. Y esto es lo que la gente teme. Que por primera vez en la historia vemos que la próxima generación estará peor.

Esta generación es la generación más joven y en el caso de Europa del Este, esta fuerza de trabajo joven busca su futuro en otros territorios. En primer lugar, es incorrecto considerar a Europa del Este como un bloque. Las diferencias entre los diferentes países son enormes. La forma en que fueron tratados durante la época soviética también es diferente. En general se puede decir, sin embargo, que el diálogo social en Europa del Este es todavía bastante débil. La razón principal es que no hay una tradición de unión social. Simplemente, el diálogo social nunca ha sido una necesidad social o económica. Ha habido una gran cantidad de miembros de los sindicatos y una gran infraestructura sindical, pero se han perdido debido a la desindustrialización, la privatización y la incapacidad de los sindicatos para adaptarse a las necesidades de la economía de mercado. Actualmente la gente no sabe por qué debería existir una necesidad de diálogo social. Sin embargo, hay posibilidades reales para el movimiento sindical. Las economías de Europa de Este están fuertemente orientadas a la exportación, pero carecen de los instrumentos de coordinación para mejorar la productividad y contener los costes. La negociación colectiva puede convertirse en uno de ellos y así, el papel de los sindicatos puede llegar a ser más relevante. Los sindicatos deberían convertirse en verdaderos socios económicos de los empleadores y los gobiernos.

La situación muy diferente en América del Norte. Los Estados Unidos, por ejemplo, tienen una de las tasas más bajas de afiliación sindical entre los países desarrollados del mundo. Tal y como debatió Susan Siemens y Brendan Kooy de la Asociación Cristiana del Trabajo de Canadá en su contribución «¿Está disminuyendo el movimiento laboral? Perspectivas de un sindicato canadiense moderno», la influencia sindical general ha disminuido. Mientras que en el sector privado las tasas de afiliación se han reducido aún más rápidamente, la afiliación en el sindicato del sector público se ha mantenido estable. La atracción de los sindicatos parece ser diferente según la franja de edad en la que los trabajadores más mayores tienen más tendencia a ser miembros sindicales. Mientras tanto, la afiliación a los sindicatos es mucho menor entre los trabajadores más jóvenes que son nuevos como fuerza de trabajo. Esto ocurre mientras que los trabajadores sindicalizados generalmente ganan entre un 10 y un 20 % más en promedio de ingresos semanales. En Canadá, la evolución es bastante similar, aunque los sindicatos siempre han sido ligeramente más populares en Canadá que en los EE.UU. En Canadá estamos viendo una tendencia hacia lo que denominamos «trabajo precario». Con esto nos referimos a cualquier trabajo «no tradicional», temporal o por contrato, de baja remuneración. Esto afecta sobre todo a los jóvenes, a las mujeres y a las personas de origen inmigrante. Algunos de los principales desafíos para el futuro son la creación de un espacio para las prácticas de trabajo flexible y adoptar la economía por encargo. Este es el único camino a seguir.

Cuando se examinan las «Perspectivas y estrategias para la revitalización de los sindicatos españoles» presentadas por José Pablo Calleja Jiménez del Departamento de Sociología de la Universidad de Oviedo, queda claro que los sindicatos necesitan adaptarse o desaparecerán. Para recuperar su influencia deben encontrar estrategias. En España los sindicatos tienen una mala imagen. Hay un clima de desconfianza. Se les considera parte del aparato político. Los sindicatos deben centrarse en los temas que les interesan a ellos y a sus miembros. Formar alianzas con otras organizaciones afines podría ser una solución para conectar mejor con las necesidades de sus miembros y el mercado de trabajo en su conjunto.

Isabel Maria Bonito Roque, investigadora del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra, en su parte titulada «Nuevos desafíos para los sindicatos portugueses y los movimientos de protesta social en la era digital», se centró en cómo los trabajadores precarios se reorganizan en una economía precaria y digital, cuyo factor impulsor importante son la autoorganización, la autoliberación de la explotación y la incertidumbre. Actualmente la gente busca nuevos modos de sindicalismo diferentes a los del pasado. La gente ya no cree en las estructuras jerárquicas. Buscan alternativas y estas podrían ser diferentes de los existentes sindicatos y estructuras tradicionales.

Está claro que todo el movimiento sindical se encuentra en un punto de inflexión. La clave es que de alguna manera tendrán que reinventarse a sí mismos y encontrar nuevos caminos y enfoques. La creación de alianzas con otras organizaciones afines podría ser uno de esos nuevos caminos a seguir. Ofrecer servicios nuevos puede, o mejor dicho, debería ser otro camino y quizás en el futuro la negociación de convenios colectivos ya no sea parte de la actividad principal. El tiempo lo dirá. Lo importante es darse cuenta de que el movimiento sindical tendrá que cambiar y adaptarse para seguir siendo relevante, de modo que prevalezca la justicia social y se proteja al trabajador.