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El mundo digital del trabajo: flexible, en cualquier sitio, autónomo

En los días 3 y 4 de mayo de 2018, en el congreso internacional de Bressanone (Italia) sobre “El mundo digital del trabajo: flexible, en cualquier sitio, autónomo”, organizado por la asociación Arbeiter-, Freizeit- und Bildungsverein (AFB) y por EZA (centro europeo para los asuntos de los trabajadores subordinados), se reunieron más de 70 participantes, procedentes de Alemania, Austria, Luxemburgo, Bélgica, Republica Checa, Eslovenia, Serbia y Alto Adigio (Italia). El congreso contó con el apoyo de la Unión Europea.

Los/las expertos/as explicaron que la combinación del progreso tecnológico con la puesta en red de los procesos de planificación y de producción, internet y la recogida y el uso de los grandes bancos de datos produjeron un cambio radical en el mundo del trabajo.  Industria 4.0 es el término generali para indicar dicha evolución y la expresión mediática, concerniente a las nuevas oportunidades abiertas a la productividad y a la creatividad, ofreciendo perspectivas económicas excelentes. La combinación del progreso técnico con la digitalización logrará una nueva orientación de las cadenas de producción y de la creación de valor añadido. Internet permite acceder en la red a bancos de datos enormes y desarrollar nuevos servicios, marginalizando la oferta tradicional, por ejemplo en el comercio, en los transportes, en la distribución de música, libros u otros medios. Que se trate de producción industrial, de crédito, de turismo, de agricultura, de transportes, de comercio, de formación, de servicios para la persona o de administración pública, en el futuro la digitalización jugará un papel fundamental. Pero en el congreso se afrontó también el tema de los riesgos relacionados con la eliminación de las columnas tradicionales que sostienen la sociedad del trabajo, con respecto al derecho del trabajo, a la fiscalidad, al derecho social y a la erosión del sistema de relaciones laborales, también porque la era digital ya dispone de poca propuestas concretas con respecto al “buen trabajo”. Una visita en los departamentos de producción y en los galpones de la empresa constructora de fachadas Frener & Reifer s.r.l. de Bressanone permitió que los participantes comprendieran la aplicación concreta de la digitalización a nivel empresarial.

Básicamente todos los grupos sociales podrán sacar provecho de la digitalización en el mundo del trabajo. Los procesos de producción podrán ser más rápidos y flexibles, cada una de las actividades relacionadas con las producciones y con los servicios serán automatizadas y efectuadas en las redes de producción y de servicios sin un lugar fijo. Los procesos digitales simplifican la planificación y la organización del trabajo. Los robots substituyen al ser humano y realizan actividades peligrosas, monótonas y agotadoras. La inteligencia artificial podrá intervenir y gestionar los procesos empresariales. Las empresas son los actores principales en el contexto de la gestión del cambio en el mundo del trabajo. De su organización y de su concepto del ser humano dependerá el número y el tipo de fases que estén completamente automatizadas además del papel de los empleados.

La automatización puede substituir al hombre en muchas actividades. La investigación ha demostrado que se se puede producir la polarización de las cualificaciones profesionales: un pequeño grupo de técnicos y directivos altamente especializados frente a un gran número de trabajadores y trabajadoras subordinados/as que, debido a una falta de cualificación adecuada y a la duración de la utilidad reducida de sus conocimientos específicos, no podrán tener un papel activo en la gestión de los procesos automatizados o tendrán que conformarse con tareas auxiliares. Probablemente la contracción de la franja media de cualificación afecte sobre todo a los trabajadores especializados en la industria y en la artesanía, lo que conllevará desventajas no sólo con respecto a las oportunidades de carrera profesional y de retribución sino también con respecto al estatuto social.

De todas formas la automatización puede ser también una herramienta para sostener la mano de obra en la ejecución de las diferentes tareas. De hecho, hay muchos procesos que no se pueden automatizar completamente y en el futuro también se necesitarán siempre competencias humanas. Por ello la automatización no es el único factor de gestión de los procesos de trabajo. Si se aspira sólo a la automatización se corre el riesgo de separar los procesos de producción de los/las empleados/as, que ya no tendrán los conocimientos necesarios para afrontar los fallos de funcionamiento de las máquinas. El ser humano tendrá que tener los conocimientos necesarios para controlar la máquina, o por lo menos tendrá que ser capaz de gestionar la máquina o intervenir correctamente frente a un proceso automatizado en función de la situación en la que se encuentre. En esta situación la digitalización es un desafío difícil también para el sistema de formación. Considerando la alta velocidad del progreso tecnológico, se requieren nuevos conceptos para transmitir los conocimientos y las habilidades necesarias para la gestión práctica del mundo del trabajo futuro. Los aspectos centrales son el apoyo didáctico de la automatización y de la individualización, o sea la adaptación a la calificación de los trabajadores. Finalmente, los estímulos para una reglamentación adecuada de la industria 4.0 proceden del sistema de valores sociales, tanto en la tradición de la educació como mediante las múltiples encíclicas eclesiásticas en el ámbito de la ética del trabajo. Ambos ofrecen enfoques solidarios, necesarios a nuestra sociedad actual y que superan la simple monetización de las esferas vitales.

La digitalización en curso en las empresas conlleva un cambio radical del trabajo tradicional en sus aspectos fiscales, organizativos, salariales y sociales. Por consiguiente la gestión de este cambio tiene consecuencias tanto jurídicas como en los convenios colectivos. La flexibilización de los flujos de capitales y la existencia de redes de empresas activas a nivel internacional plantean nuevas preguntas con respecto a las diferentes legislaciones nacionales sobre el mercado del trabajo, la fiscalidad y la ayuda social: ¿dónde tendrán que pagar los impuestos las empresas digitales? ¿Cómo se podrán imponer las obligaciones fiscales? ¿Cómo se podrán garantizar la seguridad y la protección de los datos? Es difícil hacer respetar los derechos de los trabajadores subordinados sobre todo por las empresas que operan a nivel internacional. Las grandes multinacionales como Amazon, Google y Facebook contribuyen sólo de manera casi imperceptible a los ingresos fiscales de los diferentes países europeos.  Desde los años ’80 la economía política se basa en conceptos neoliberales, según los cuales los costes de trabajo obstaculizan la rentabilidad y los derechos sindicales limitan el poder de decisión, con el objetivo político de eliminar el sistema de seguridad social.

Los sindicatos presionan para obtener la adopción de un marco jurídico y de convenios colectivos que no signifiquen volver atrás con respecto a las normas actuales de protección para la retribución, el horario de trabajo, la formación continua, la codecisión y la protección social. Sin embargo, en la práctica las grandes multinacionales y muchas nuevas empresas locales no respectan las normas vigentes y no hacen concesiones. Por un lado, la oleada de desregulación en el derecho del trabajo conllevó nuevos contratos de trabajo con normas de protección menos rígidas y, por otro lado, los nuevos modelos de organización del trabajo vuelven a plantear la definición de trabajo subordinado. El nuevo conflicto de intereses entre el capital y el trabajo destaca la necesidad urgente de definir nuevas reglas para evitar graves desequilibrios sociales. Según los expertos no se puede prever cuáles son los intereses que estén en primer plano con respecto a la definición de las nuevas reglas para el trabajo  digital. 

Andreas Gjecaj, secretario general de grupo de sindicalitas cristianos (FCG) en el ÖGB (federación sindical austríaca) define la digitalización del trabajo y de nuestra vida cotidiana como un cambio histórico. Los sindicatos aceptan el desafío e intensifican el intercambio internacional de información con respecto a los diferentes temas. A nivel europeo, el pilar europeo de los derechos sociales proclamado en 2017 es fundamental para anclar los principios de justicia social en el mundo del trabajo flexible, móvil y (parcialmente) automatizado del futuro. Actualmente la UE se ha visto sacudida por el desacuerdo de los países con respecto a los temas estratégicos centrales y por el populismo y los defensores de la soberanía en su papel de garante de la democracia y del diálogo social. No obstante, según Vincenzo Colla, el secretario general de CGIL, la UE sigue siendo la institución más importante para la evolución del modelo europeo de equilibrio de los intereses. El marco jurídico y de los convenios colectivos es fundamental para poder afrontar esta nueva transformación estructural y para definir la línea de conducta de la acción política y sindical, a nivel nacional, local y empresarial. No se puede esperar pasivamente la gran oleada de reglamentación. Muchos pequeños ajustes, realizados por los sindicatos y por las empresas, en colaboración con la adminstración pública, contribuyen a construir la futura sociedad del trabajo, garantizando la dignidad de los trabajadores y del trabajo mismo.